Para la Navidad de este año pasado 2021, fuimos a nuestros acostumbrados recorridos entre las Comunidades más alejadas. Llegamos a Cocayapo, después de 8 horas de camino en movilidad, llevando cosas para compartir.

Al día siguiente, muy temprano, una señora tocó la puerta preguntando si habría bautismos, la respuesta fue:

  • ¡Claro!, venga Ud. a las charlas con su esposo y los padrinos.

Ante esta respuesta, se notó que este no era el motivo principal de su visita. Se puso a llorar. Comenzó a llegar más gente y como es natural se sentía incómoda. La madre preguntó si podíamos ir a su casa, a lo que ella accedió.

Nos preparamos para ir cuesta arriba, más o menos una hora de caminata. En el camino ella nos iba informando los nombres de sus vecinos y por donde teníamos que ir, ya que las casas quedan distanciadas unas de otras. Al llegar a su casa nos esperaban sus siete hijos, el mayor Israel (14 años) y la pequeña de menos de un año, estaba en brazos de su hermana Mayte (12 años). Su casita era muy pobre, su cocina bajo una carpa. La señora sacando de su pobreza nos invitó un plato de mote de maíz con sal. Después de servirnos, Madre Augusta le preguntó cuál era su problema, en seguida las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

  • Hace quince días que no está mi esposo, ahora no sé dónde y cómo está. Vinieron los policías y se lo llevaron a la cárcel – Como son pobres al extremo no tienen ni teléfono para comunicarse.

  • El quedó en llamarme al teléfono del vecino, pero no llama – Continuaron las lágrimas, con todos sus hijitos alrededor. Pues todos sabían que papá no está.

El motivo de su arresto es una historia conmovedora. Conocemos a Israel, el hijo mayor. Este año inició las clases, después de un corto período, manifestó que no quería seguir estudiando. Pues el Colegio más cercano queda de 3 a 4 horas a pie. Como es lejos, los estudiantes se quedan en un internado hasta el viernes por la tarde. El jovencito no quiso decir el motivo por el cual no quería ir al colegio. Entonces la junta directiva no tardó en notificar a los papás: “si el niño no estudia tendrá que abonar una suma de 1000 bolivianos”. Una vez más los papás pidieron a Israel que estudie, pero el jovencito se negó.

Por una señora, que trabajaba en el internado, nos enteramos que Israel por ser pobre no tenía sus materiales completos. El profesor le había dicho: “Si no tienes tus cosas ¿para qué vienes?” Esto fue la causa para que el estudiante, que iniciaba una nueva etapa, abandonara el Colegio.

Ahora sólo queda cumplir con la sanción, la multa de 1000 bolivianos. Hasta una determinada fecha. ¿De dónde conseguir esa cantidad de dinero? No tienen animales, más que unas cuantas ovejas, lo que siembran alcanza sólo para comer. No tienen terreno propio, y como es lógico, no tenían para pagar esa cantidad. Se cumplió el plazo, nuevamente vinieron los de la junta directiva, y claro, ellos obedecen los estatutos establecidos. Ahora la multa es más alta.

Ellos preocupados por la situación, decidieron que papá podría buscar trabajo en la ciudad más cercana: Camargo. Queda a tres días de camino a pie, por supuesto hay movilidad, pero no tenían dinero para pagar el pasaje. El pobre hombre decidió ir caminando y para darse valor, se prestó una botella de licor. Fue caminando por la montaña solitaria, hasta que llegó la noche, un poquito mareado se durmió al borde del camino entre los pajonales; al despertarse en la madrugada tenía mucho frío. Encontró fósforo en el bolsillo, juntó las pajas e hizo fogata para calentarse, para mala suerte, vino un fuerte viento y el fuego se extendió, intentó apagarlo, pero no lo consiguió. Siguió su camino y a eso de las diez u once de la mañana se encontró con una persona. Se supone que aquel hombre lo denunció por incendiar los pastizales. Luego de unos días al no encontrar trabajo regresó a casa y al llegar, se dio con la sorpresa de una notificación policial. Acusado por incendiar pastizales, bosques de madera y casas de campo. Es cierto que hay una u otra casa que la utilizan para cobijarse de la lluvia, pero nadie vive allí. Es verdad que él incendió aquel cerro sin quererlo. Al otro lado del cerro, había prendido fuego otra persona a la que nadie puede decir nada, porque él sí tiene dinero. Como el otro es pobre y tiene dificultad para hablar en español -aquí la gente es de habla quechua- en la siguiente notificación le llevaron a la cárcel. En realidad, no hay bosque de maderas, se quemó una casa de paja, pero con ninguna cosa de valor.

Después de escuchar a la señora que con lágrimas nos contó su situación tan difícil, solo nos queda hacer una cosa, recurrir al Juez Divino que lo sabe todo. Después de la bendición de su casa, rezamos juntos el Rosario, pidiendo a Dios escuche la oración de estos niños.

Israel estaba con el cabello largo, lo cual aquí es poco usual en los varones. Yo pensé al inicio que estaba queriendo imitar a uno u otro joven que regresa de la ciudad y le dije: “Israel córtate el cabello, porque cuando estés junto a tu hermana no voy a distinguir si eres tú o es Mayte (su hermana)”. Me miró y se sonrió. Pregunté a Madre Augusta en voz baja:

  • ¿Ud. puede cortarle el cabello?

  • sí claro.

  • ¿Israel quieres que te corte la Madre?

El joven asintió con la cabeza. En seguida la Madre gustosa procedió en cortarle el cabello. Terminado el trabajo, Israel se transformó en un jovencito apuesto, se sintió aliviado en todo aspecto. El motivo de tener el cabello largo, era porque no había quién le corte y no tenía dinero para pagar. Nos despedimos de esta familia invitándoles que por las noches vengan a rezar a la Iglesia y también para darles algo de ropa y alimentos.

Nos dirigimos a la casa sus abuelitos y la tía, de pronto llegó Israel y muy contento interrumpió la conversación. Quitándose la gorra mostraba su cabeza diciendo: “mira mamita”. Luego fue corriendo al primo de doce años huérfano de padre, que estaba en la chacra arando con los bueyes a contarle todo. Que Dios tenga misericordia de esta familia.

Agradecemos a todos los que apoyan nuestra misión, Dios los bendiga.

Madre Melania MJVV.

 

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