La Biblia

Nuestro Padre Fundador estudió muchísimo la Biblia. En una ocasión nos dijo que, en el tiempo de su formación, enfermó el sacerdote que les enseñaba Las Sagradas Escrituras, y no pudo volverles a enseñar. Él por su parte aprovechó este tiempo para estudiar y profundizar sus estudios del Nuevo Testamento, estudió la Biblia, versículo por versículo, de esa bella etapa de su formación conservamos las abreviaciones y apuntes que hacía en sus cuadernos.

He pasado de gusto en gusto, de alegría en alegría, de felicidad en felicidad. No se imaginan cómo me ha enriquecido esto. Y me ha hecho muy feliz”. “Los demás se daban cuenta de ello y decían: “El Padre Kaiser, se interesa más que nada por la Biblia, es su hobby” (FK.)

Este amor por las Sagradas Escrituras, supo cultivarlo en sus hijas. Por esta razón, la Biblia ocupa un lugar especial y privilegiado en nuestra formación.

Si merezco su confianza…le invito a que vayamos juntos a través de la Biblia. Iremos no en turismo profano, para curiosear, sino en peregrinaje sagrado, para leer y estudiar, orar y meditar. Seguro que nos esperan esfuerzos, pero también los encantos y sorpresas de una peregrinación fascinante. Nos acompaña y habla el Peregrino de Emaús”. (Federico Kaiser).

La Biblia es para nosotras el Tabernáculo. Al abrirlo, estamos nosotras con Dios, con su Palabra y Doctrina, sus prodigios y maravillas. La Biblia es el alimento preferido para nuestra vida de oración. Ella es la fuente que nos brinda el material para poder anunciar la verdad salvadora y la sabiduría de Dios. Así podemos cumplir con el mandato misionero de Cristo: “Id y enseñad”. (Mc 16, 17).