Madre Confundadora

Therese Bonefeld Griese nació en Paderborn, Alemania, el 8 de marzo de 1907, fue la hija mayor de Augusto y Elizabeth. Desde niña se distinguió por ser decidida, de carácter y de grandes ideales. Ella solía decir: “Creo que yo nací con vocación de religiosa misionera porque no recuerdo durante mi niñez y juventud ningún momento en que no quería ser otra cosa sino religiosa”.

Cierto día en clase, la profesora dijo a sus alumnas que cada una haga una composición con el tema: “Qué quiero ser un día”. Therese escribió: “Quiero ser Misionera, me iré a la China. Allí bautizaré a todos los niños”.

Desde los 13 años integraba el grupo juvenil Quickborn cuyo lema era “ser siempre joven”. Cada año pasaba de dos a cuatro semanas en el castillo de Rothenfels donde se formaba bajo la guía de Romano Guardini y del monje benedictino Willibrord Verkade, quién fue su director espiritual por muchos años y de quién aprendió muchas cosas del espíritu.

Se recibió como Jardinera de infancia y trabajó cuatro veranos consecutivos de 1926 a 1930 en la aldea infantil de Heuberg, mientras seguía estudiando para obtener el título de Jugendleiterin (Formadora de juventud).

A los 27 años, un día de 1930, dio un paseo por un bosque en Beuron, a cierta altura se veía el río Danubio y a poca distancia la abadía, allí descubrió su vocación: “Vino a mí una luz como un rayo luminoso. No era una luz visible a los ojos corporales, pero sí muy visible a los ojos del corazón. Vi clarísimamente que Dios me llamaba”.

En 1932 solicitó su ingreso en la Congregación de las misioneras del Sagrado Corazón (MSC) en Hiltrup. Fue admitida y le dieron la fecha de entrada para julio de 1933. Sin embargo, la situación política alemana le preocupaba mucho. Temía que Hitler llegara al poder y no permitiera más ingresos al convento, por eso decidió no esperar más e ingresó el 11 de febrero de 1932. El 15 de agosto de 1933 emitió sus primeros votos, tomando el nombre de Madre Wilibrordis.

Cuando Madre Wilibrordis tenía 31 años, integró el grupo de las primeras MSC que viajaron al Perú a pedido del gobierno peruano, para asumir la dirección de una Escuela-hogar en Ancón-Lima, destinado a atender niños muy pobres y de familias separadas. Llegaron el 30 de julio de 1938.

En Lima conoció al Padre Federico Kaiser también MSC. Al verlo por primera vez, pensó ella: “yo jamás me confesaré con este sacerdote”, y fue justamente él quién terminó siendo no sólo su confesor, sino también un verdadero modelo de sacerdote. Posteriormente en 1944, Madre Wilibrordis prestó sus servicios como jefa de enfermeras del Hospital Obrero de Chocope, Trujillo.

Llegó a Caravelí en 1959, donde fue la primera directora del jardín de infancia San Miguel. En 1961, ya conocía bastante a Mons. Kaiser, quién había descubierto en ella una religiosa auténtica. Un día muy discretamente habló a Madre Wilibrordis sobre una empresa atrevida.

– “De esto nadie sabe, por favor discretísima. Si algún día, me decido a fundar, ¿Ud. me ayudaría?”

– “¡Claro que sí, claro!” respondió Madre Wilibrordis. Y enseguida comenzó a elaborar su programa. Luego dijo:

– “Monseñor, Ud. tiene tal edad y yo tengo tantos años. No tenemos que esperar más”.

Mons. Federico Kaiser contaba que anteriormente había dicho al señor Nuncio del Perú:

– “Excelencia, si comienzo con esto, necesito la ayuda de una religiosa, con experiencia, que me pueda ayudar. Conozco una. Si no la consigo, no comienzo”.

Así, Mons. Federico Kaiser MSC, el 22 de junio de 1961, fundó la Pía Unión de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima. Y Madre Wilibrordis se convirtió en cofundadora de la Congregación, colaborando directamente con la formación de las religiosas.

En 1967 emitió sus votos perpetuos como miembro de la nueva Congregación. Nuestro Padre Fundador y nuestra Madre (así solíamos llamarlos), cuidaron de esta obra de Dios al servicio de los más pobres y abandonados. A ejemplo del apóstol San Pablo, Madre Wilibrordis, visitó las diversas casas de la Congregación animando y fortaleciendo nuestra espiritualidad.

En 1988, con mucha paciencia y dedicación ayudó a Mons. Kaiser, quién sufrió un infarto cerebral, olvidando el castellano. Grande fue su alegría al constatar que 8 meses después, Nuestro Padre, pudo hablar nuevamente y celebró la Santa Misa diaria como era su deseo.

Fue el mismo Siervo de Dios quién le dijo que viviría hasta los 95 años. El 31 de julio del 2002 Dios la llamó a la mansión celestial. Sus restos descansan actualmente en la Casa Madre de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima.

Boda de Madre Wilibrordis