¿Cómo inició mi vocación? Para eso debo hablar del ambiente en que vengo. Soy de San Martín Nueva Cajamarca- Segunda Jerusalén. Soy de una familia en su mayoría protestante. Desde niña, tanto a mí como a mis hermanos nos llevaban a la Iglesia de los pentecostales, debíamos ir a sus grupos cada domingo y también estudiaba en la escuela de ellos.
Mientras fui creciendo, creía que ellos eran los únicos y que no existía ninguna iglesia más. Aunque mis abuelos de parte de mi mamá eran católicos y nos invitaban a asistir a la Iglesia Católica, pero a mí nunca me llamó la atención. Los pentecostales acostumbran bautizar a la persona cuando es mayor de edad, y el mismo joven debe elegir en que iglesia desea bautizarse. Es así que tanto mis hermanos y yo no estábamos bautizados. En ese ambiente yo crecí, hasta los 12 o 13 años, era muy allegada a esta iglesia, practicaba los ayunos pentecostales, asistía a su culto, etc. Pero llegada esta edad me fui rebelando, ya no asistía a la escuela dominical, y tampoco a otros actos. Prácticamente ya no asistía a ninguna iglesia, me estaba volviendo pagana, no creía en nada. Y si a veces asistía era porque en el colegio nos bajaban la nota en el curso de religión, no me gustaba ir porque nos prohibían de todo, y a mí me gustaba ser una joven independente.
Cuando estaba en 4º de secundaria, aceptaron en el colegio protestante una profesora católica, para el curso de religión. Era muy buena, nos incentivaba a rezar, con ella aprendí a rezar el Padre Nuestro, y en este año, me atreví a decirle a mi papá que quería bautizarme. Mi papá me dijo que sí, pero no en la Iglesia católica, sólo cuando yo sea más grande entonces decidiría donde bautizarme. Para mí fue un tremendo dolor, pues seguiría así, como una simple creatura del Señor.
Ese mismo año, mi tía me invitó a la Iglesia Católica, por Navidad, para ver el nacimiento viviente que realizan cada año. Yo fui, pero sólo miraba desde la puerta y nada más. Allí pude ver que las personas se acercaban a comulgar en la Santa Misa, entonces me entró la curiosidad de saber que sienten las personas al comulgar. Al llegar a mi casa pregunté, y me dijeron que eso lo reciben sólo quienes están bautizados. Entonces pensé “nunca lo voy a recibir”. Bueno allí quedó todo porque a mi papá no le gustaba que habláramos de ello. A la edad de 15 años, cuando un adolescente cree que todo lo puede, sentía aburrimiento y quería sólo salir a la calle, estar con mis amigos, divertirme, y no llegar a mi casa. En aquel tiempo yo era una pagana, no tenía la inocencia de un niño, no sabía qué hacer conmigo misma. Mi madre rezaba por mí, como lo hacía Santa Mónica, por San Agustín. Un día dijo “soy capaz de dar la vida por mis hijos”. ¡Qué valiente es mi madre!
En el 2013, oí que llegaron unas hermanitas buscando jóvenes con inquietud vocacional, entre las cuales estaba mi prima y otras jóvenes más. Yo le había dicho a mi prima que quería conocerlas, nada más, porque no sabía qué eran las hermanitas, ni siquiera sabía qué era un convento. Mi prima habló a las Madres de una jovencita y les dio la dirección de mi casa. Estábamos en mi casa con mi abuelita, cuando veo que unas hermanitas se acercan a nosotros, y preguntan por la familia Sánchez, les dijimos que éramos nosotros. Yo me asusté cuando preguntaron por mí, por mi nombre. Les dije con un poco de temor: “yo soy”. Fuimos a mi casa, y mi papá no dijo nada, simplemente las saludó. Dejó que las Madres se acomoden, pero salió a trabajar y no regresó hasta la noche. Al principio le dije a mi mamá que yo nunca iría al Convento por tres razones: 1º No era católica. 2º No era bautizada. 3º Mi papá no quería.
Les dije a las madres, que lo iba a pensar. Durante esos días mi papá no decía nada al respecto, pero estaba investigando por su parte cómo es un convento. Entonces vino mi papá diciendo que las hermanitas mienten, que engañan y que están disfrazadas. Yo le dije a mi papá: “las hermanitas no pueden mentir porque en ese caso no hablarían de Dios”, y salí en busca de las Madres. Ellas me explicaron que no era así, entonces yo decidí irme con ellas.
Al día siguiente, las hermanitas vinieron a mi casa, mi mamá lloraba y decía que mi papá no quiere saber nada, que lo piense un poco más. Yo quería saber cómo era el convento. Y a mi papá le dije: “Quiero ir”. Las Madres comenzaron a hablar de la misión, y mi papá iba ablandando su corazón. Entonces dijo: “Pero mi hija no es católica, no está bautizada”. Las Madres dijeron que hablarían con un Padre. Hasta ahora no comprendo cómo mi papá me dio permiso. Al día siguiente, fuimos por primera vez a Misa, me acompañó sólo mi mamá. Yo no sabía hacer nada, y hacía todo lo que hacían las Madres. Terminada la Misa fuimos a hablar con el Padre, quién aceptó y me prometió rezar mucho por mí. Regresamos a casa con la noticia. Mi papá estaba triste y también mis hermanos, pero yo sentía más fuerza.
Llegó el gran día del viaje. En la agencia, no me querían dejar viajar por ser menor de edad. Gracias a Dios me aceptaron. Recién en el camino comencé a llorar, y tenía ganas de regresar. Quería decírselo a las Madres, pero recordaba lo que en casa me decían: “Si te vas, vete al menos por un año”. Recuerdo también que mi familia me decía que no crea en los santos. Esto último fue imposible, porque gracias a su intercesión sigo aquí. Es así que fui bautizada en el Convento, el domingo de Pascua. Al día siguiente recibí la primera comunión, y en la fiesta de Cristo Rey, la confirmación.
Para mí la vocación, es un don inmerecido, que Dios lo da a quien quiere. Y lo único que debemos hacer, es decir: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”.
Madre Abigail, Perú.
Querida Madre Abigail, me impresiona tu vocación, gracias por ser un ejemplo para los que creemos que estamos lejos de Dios. Y sin embargo puede estar tan cerca. Reza por mí y mi familia. Gracias.
Querida Miryam: con mucho gusto rezamos por ti, tu familia e intenciones. Dios te bendiga.
Bellooo💖🥺
Gracias, mil bendiciones para ti.
Muchas gracias
Impresionante historia para mayor Gloria de Dios, por favor madre Abigail, ayúdeme con su oraciones por mi hijo Alonso, para que vuelva a creer en Nuestro Señor Jesucristo.
Con mucho gusto. Cuente con nuestras oraciones. Dios la bendiga.