Oh Señor envía tu Espíritu, y renueva la faz de la tierra. Éste fue el estribillo del canto con que se inició la santa Misa en el Convento Cenáculo de Caravelí, ya que hoy siete hermanas postulantes recibieron el sacramento de la Confirmación. La Santa Misa fue presidida por el excelentísimo Mons. Reinaldo Nann. Las confirmandas fueron: H. Isabel, H. Tania, H. Yaceli, H. Esmilda, H. Daría y H. Lucy.
La Rvda. Madre María Carolina fue quien presentó a las hermanas ante Monseñor, pidiéndole que sean admitidas a dicho sacramento. También fue ella quien se encargó de la preparación catequética y madrina de confirmación de las hermanas.
» Cada uno ha recibido un don, y todos con nuestra forma de ser, con nuestro carácter, con nuestras debilidades y fortalezas hacemos un conjunto, como sucede en lo polifónico. Unos son sopranos, otros altos, otros bajos, formando todos una armonía hermosa. Cosa que no sucede si hay un capofónico donde todos quieren hacer todas las voces…» exhortó Monseñor Nann. «Estas hermanas ahora reciben al Espíritu Santo en su plenitud, pues anteriormente ya han recibido el Espíritu Santo que las ha llamado, y han respondido a su vocación formándose en esta Congregación», afirmó Monseñor.
Por otro lado, durante la meditación de la mañana, las misioneras escucharon una grabación de su fundador, dada en una ceremonia de confirmación en el año 1986 y titulada : Los siete dones del Espíritu Santo. Mons. Federico Kaiser decía: » Han recibido el don de la Ciencia: para ver a Dios en su creación, pues Dios se revela en toda la naturaleza. El don de Entendimiento: para creer a Dios que se revela en su Palabra. El don de Sabiduría: reconociéndole a Él en lo más profundo de nuestra alma…El don de Consejo: que le dice esto tienes que hacer. El don de Fortaleza: si es difícil lo que debes hacer, no temas nada. ¡ Confianza! Dios le dio el divino don de fortaleza. El don de Piedad: para que haya un amor filial, fraternal hacia Dios. Y el don de Temor de Dios: temo ofender a mi Padre, tan bueno, temo ofender a Cristo y causar una herida a su Sagrado Corazón», y animó a las religiosas a cooperar con la gracia de Dios.