Hola, me gustaría compartir con ustedes mi historia. Soy de Ombúes de la Valle, Uruguay. Hace tres años tuve la noticia de que iba a ser mamá. A pesar de tener miles de problemas, miedo e incertidumbre, mi corazón se desbordaba de alegría por el nuevo ser que se estaba formando dentro de mí.
A los tres meses aproximadamente me encuentro con problemas. Después de un descanso, había expulsado sangre. Fui al médico, quien pidió un traslado inmediato a Colonia, por un posible aborto espontáneo, me encontraba con mucha dilatación. Me dieron la noticia de que mi bebé y yo estábamos en peligro. Un doctor me dijo que mi bebé no resistiría, será hoy o mañana, solo queda esperar. Debía estar en reposo absoluto. Destruida por la noticia, exclamé: “Yo de aquí salgo con mi bebé en mis brazos”. Me angustié tanto. Sufría mucho a pesar de que toda mi familia estaba conmigo. Rezaba todo el tiempo: “Dios, no me abandones, no me dejes sola”…
Un día tuve la visita de las MJVV, con ellas sentí, a pesar que los médicos no me daban esperanzas, que Dios no me abandonaba y estaba conmigo dándome fuerzas para afrontar lo que me esperaba. Las madres rezaban por mí y por ese ser que peleaba día a día por su vida. R. futura abuela, se acordó de la imagen de Mons. Kaiser y me dijo: “ Él los protegerá, sólo hay que tener fe”. Coloqué la imagen en mi vientre. Días y noches le rogué que intercediera para llevar a feliz término mi embrazo.
Días más tarde se complica más la situación. Tras aumentarse las pérdidas y hemorragias, deciden trasladarme a Montevideo para mayores cuidados, en caso de nacimiento prematuro. Sólo llevaba el 4to mes de gestación. Me sentí con más fuerzas que nunca, a pesar de la gravedad, ya que a medida que el bebé crecía, el riesgo era mayor. No llegaría a término mi embrazo, eso era seguro. Mi parto sería por la patología que me diagnosticaron, y una cesárea riesgosa. En ese momento mi fe era tan grande y confiaba en que el Padre Federico estaba actuando. Desde el primer día él estuvo protegiéndonos y logré llevar en mi vientre aún por dos meses más, a mi hijo. Era tan hermoso ver cómo mi vientre crecía y sentía el latir de ese corazoncito diciéndome: “Aquí estoy ”
La vida me jugó una mala pasada, nunca esperé lo que me esperaba vivir. Un día entra en la sala, el papá de mi hijo, y me da la noticia de que mi madre, había sufrido un ataque cerebral y estaba internada en el mismo hospital a metros de mí. El mundo se me terminaba… y yo sin poder moverme. Pero miré la imagen del Padre Federico, sentí paz en mi corazón, sentí que estaba junto a mí. Mi madre, murió a los dos días con sólo 45 años. Al enterarme de esto, comencé a sentir algo fuera de lo común. No quería pensar en ello, pero mi bebé ya quería salir aunque no era el momento para nacer. Los doctores querían detener el parto ¡imposible! sólo llevaba dentro de mí 31 semanas (aproximadamente 6 meses). ¡Inexplicable! de un momento a otro, mi bebé y yo estábamos fuera de peligro, y él se había ubicado perfectamente para nacer. Sentí la presencia de mi mamá, aunque tenía miedo. Fue un milagro maravilloso. ¡Tenía a mi bebé en mis brazos!…La felicidad que sentí, no se los puedo describir. Me preguntaron por su nombre: Federico, se llamará ¡Federico!
Tuvimos que estar unos meses más en el hospital, para cuidar a Fede, pues era prematuro. Era tan chiquitito, medía 47 cm. y pesaba 1.500 gramos. Evolucionaba de forma sorprendente, y en un mes ya estábamos en casa.
El padre Federico cambió mi vida. Fe es lo que debemos tener y ser pacientes. Dios nos pone a prueba, lo que intenta es que nos demos cuenta cuán fuertes podemos ser si tenemos fe y confiamos en él. Tuve la suerte de tener rezando a toda mi familia en esos duros momentos y todo un pueblo rezaba por nosotros, la fe de todos hizo posible este milagro, llamado: Federico.
No me alcanzará toda mi vida para agradecer al Padre Federico por darme esa luz que ilumina mi existir.
I.M.W. 20 de setiembre 2007.