Tuvimos la gracia de ir a misionar a un pueblo llamado Yuracc Cancha, en la parroquia de Puquio, distrito de San Pedro, provincia de Lucanas. Llegamos allí el 2 de noviembre para preparar a los jóvenes a recibir el sacramento de la Confirmación durante quince días y para la llegada del obispo Reinaldo Nann. La gente se dedica a la cría de vacas y ovejas. Muchos trabajan en las minas. Algunos niños y jóvenes viven en las estancias, que están a no menos de una hora de distancia.
Cuando llegamos no encontramos a nadie, porque la gente estaba en otro pueblo celebrando la fiesta del agua, como ellos la llaman. Es una costumbre ancestral que tienen muy arraigada. Al cabo de tres días, los encontramos mientras visitábamos casas e instituciones. Los más felices eran los niños. Cuando sonaba la campana, los pequeños ya estaban en la puerta de la iglesia para empezar la catequesis, rezando y cantando. Rezaban en voz alta, con entusiasmo y fervor. Seguramente nuestra Madre María sonreía desde el cielo al verlos rezar. Después de visitar las escuelas, empezaron a venir los jóvenes. También ellos estaban deseosos de aprender, porque no tenían atención espiritual e ignoraban muchas cosas. Organizamos un retiro con ellos. Fue el sábado. Empezamos explicándoles que un retiro consiste en retirarse del mundo, dejarlo todo por un momento para encontrarse con Dios. Les pedimos que nos dieran sus teléfonos móviles y se mostraron muy desprendidos. Empezamos rezando el Santo Rosario, luego una meditación sobre la Pasión de Cristo. Formamos grupos para hacer una representación bíblica de tres parábolas, que hicieron muy bien. Dieron una charla y por la tarde hubo confesiones, terminando con la Santa Misa.
El día 13, el obispo Reinaldo llegó a las 10 de la mañana. Fue recibido con un arco de flores, las autoridades y el pueblo le esperaban con pancartas blancas y amarillas. Monseñor se mostró muy satisfecho por la acogida. Siguió la Santa Misa, seguida de la Confirmación. Al final, las autoridades y un confirmando agradecieron a Monseñor su visita. Él les agradeció su participación en la Santa Misa. Todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos participaron muy bien, rezando y cantando en voz alta.
Al terminar nuestra misión en el pueblo de Yuracc Cancha, sentimos que realmente seguíamos a nuestro Padre Federico, seguíamos sus huellas por estos lugares de la Prelatura que él también había caminado. Ahora teníamos que volver a nuestro Convento, pero volvíamos con el corazón agradecido por el carisma que Dios Espíritu Santo inspiró en nuestro fundador, el de atender los lugares más apartados, abandonados y pobres.
Madre Sales MJVV y Madre Balbina MJVV