Jesús Verbo
“Cada vez que abro la Biblia me admiro de mi ignorancia al ver el inmenso océano de riqueza, revelante y fortificante, que aún me queda por beber” F.K.
Si San Juan nos dice que el “verbo se hizo carne” (1,14), es lícito formular que el verbo se hizo letra, porque el que se encarnó en la Virgen María se Enletró en la Sagrada Biblia, la Palabra por excelencia donde está escrita la mayor parte de lo que el Verbo de Dios nos ha hablado. La Biblia es el Libro Sagrado, porque es Palabra de Dios. Debe leerse sagradamente, es decir, no con profana curiosidad, sino con sincera hambre de Dios. Por eso dice el profeta:
“He aquí que vienen días, oráculo del Señor, en que yo mandaré hambre a la Tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahvé.” (Amós 8,11). Porque “No solo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” (Mt. 4,4)
Sagradamente leemos la Biblia:
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Si pedimos a Dios que nos ilumine. Está bien estudiar la Biblia, guiados por la oración al espíritu Santo: “por encima de todo suplicar al Altísimo que dirija tus pasos en la verdad” (Eclo. 37,15).
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Si nos guiamos fielmente por la explicación que la santa Iglesia nos da de Ella. Porque como la misma Biblia dice, por ejemplo, de las epístolas de San Pablo: hay en ella “cosas difíciles de entender, que los ignorantes y débiles interpretan torcidamente, como también las demás escrituras para su propia perdición” (2 Pdr. 3,16). Siempre debe leerse la Biblia a la luz de la fe y “en la medida de nuestra fe” (Ro. 12,6), que enseña la Infalible Iglesia.
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Si estudiamos y sabemos bien nuestro Catecismo de la Iglesia Católica. Entonces leerá la Biblia catequísticamente, y el Catecismo bíblicamente. Iremos así de “fe en fe” (Ro.1,17), e.d. de una auténtica a más clara y profunda fe “que es fuerza de Dios” (Ro. 1,16)
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Si la leemos a la luz de la Tradición. Que también la Tradición es Palabra de Dios: “Así pues, hermanos, manténgase firmes y conserven las tradiciones que han aprendido de nosotros, de viva voz o por carta” (2 Tes. 2,15). Biblia y Tradición son Palabra de Dios, y la Iglesia nos enseña y explica las dos. Guiados por ella estamos en camino seguro.
La lectura diaria, sagrada y atenta de la Biblia, nos ayuda a penetrar siempre más en la verdad y perseverar en su práctica. Pues, el mismo Jesús nos promete:
“Si se mantienen fieles a mi Palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la Verdad” (Jn. 8,31-32)