Mi nombre es Madre María Amábilis, y actualmente trabajo en la parroquia de San Pedro de Haquira- Apurímac. Fui con una Madre a una de nuestras comunidades. Hicimos visitas domiciliarias y una señora, Pilar, nos recibió muy emocionada «cuando los veo, me da mucha alegría» nos dijo. Por qué, le preguntamos.
Se casó muy joven con un maestro, ocho años mayor que ella. Tuvieron cinco hijos. Cuando llevaba cinco años casada, a su marido le diagnosticaron un cáncer de páncreas, enfermedad que le llevaría a la muerte.
La Sra. Pilar quedó sola con cinco hijos, de los cuales el mayor tenía siete años y el último sólo cuatro meses. Su marido fue enterrado en Arequipa. Cuando regresó a su casa en Mara, no quería aceptar que había perdido al padre de sus hijos. A medida que pasaban los días, su angustia y tristeza aumentaban, y entró en un estado de profunda depresión. Pensó en quitarse la vida y la de sus hijos. Pero recordó las palabras que la Madre Rosario le dijo cuando aún era una adolescente: «Recuerda que la Mamita Cocharcas ayuda, consuela y escucha».Su familia no la apoyó ni le ayudó en nada, ¿Por qué tuviste tantos hijos? le reprochaban. Ya sin ánimos para hacer las tareas del hogar, se abandonó a su suerte, teniendo su casa en completo desorden. Su única idea era quitarse la vida.
Un día, temprano, sin que ella lo supiera, dos madres llegaron a su casa y entraron en ella. Sorprendidas por lo que veían, las madres le preguntaron por qué su casa estaba tan desordenada. Llorando, les contó toda su historia y la drástica decisión que había tomado. Las madres la escucharon, la aconsejaron y la ayudaron. Nació en ella un sentimiento de gratitud hacia Dios, la Virgen de Cocharcas y las madres de Haquira.
«Dios me envió dos ángeles que me hicieron cambiar de opinión», dijo. Con nuevos ánimos crió a sus hijos y los educó con la ayuda de Dios. Hoy los niños son todos profesionales.